miércoles, 15 de octubre de 2008

De monstruos gigantescos y señores chiquititos...(2) (F.C.F.)

Lo bueno de tener un blog es que uno puede escribir lo que le dé la gana. Puede decir todas las burradas que quiera, meterse con quien le apetezca y exponer todas las ideas "impopulares" que se le pasen por la cabeza y quedar impune al abrigo de la libertad de expresión y del anonimato relativo que proporciona la Red...

Aclarado este punto diré que no voy a hablar de los liliputienses de Gulliver (toda vez que me he enterado de que Jonathan Swift trató, con notable cuidado, de evitar las chapuzas en lo que a la física de sus novelas se refiere). Cosas que le pasan a uno por juzgar sin conocer... Le ruego me disculpe Sr. Swift. No volverá a ocurrir...

Sin embargo, y como lo prometido es deuda, (en el mundo de los blogs no, pero lo que pasa es que soy un pedacito de pan...) sí voy a hablar de meteduras de pata en lo que a seres chiquirrititines se refiere...

Un momento, ahora que lo pienso, y repasando mis "apuntes" de F.C.F. ... ¡sí se me ocurre una forma de "meterles mano" a los liliputienses!... Bueno, ya que cometí la imprudencia de hablar sin saber, voy a dejar en paz a Mr. Swift y meterle un repasito al protagonista de la última película visionada en la asignatura: "El increible hombre menguante" (Jack Arnold, 1957) (Novela escrita por Richard Matheson).
En pocas palabras, podríamos contar que el señor Scott Carey, tras sufrir un rocío de una extraña niebla durante un placentero viaje de placer con su esposa (valga la "rebuznancia"), empieza a disminuir de tamaño de forma gradual y continuada... Su caso adquiere relevancia internacional y los médicos consiguen frenar temporalmente el proceso. Sin embargo, se reanuda de nuevo, de forma irreversible esta vez. Tras sufrir un ataque de su gato queda encerrado en su sótano mientras sus familiares lo creen deborado por el minino. Combate contra una tarántula y consigue vencerla. Tras la victoria se resigna a continuar encogiendo indefinidamente... O hasta alcanzar su radio de Schwarzschild (aquel asociado a toda masa tal que si pudiese ser confinada en un volumen de dicho radio inevitablemente colapsaría en una singularidad gravitatoria, o agujero negro) (Esta hipótesis parece poco probable ya que iría en contra de la "ley de la escala" según la cual la masa iría reduciéndose al mismo ritmo que el volúmen). Hipótesis filosóficas sobre su futuro al margen, podemos atacar a la yugular de la "física" de nuestro hombre menguante.

Atacaremos desde cuatro "frentes" diferentes:
1- Su peso, mediante el uso de la "ley de la escala" (Cómo no).
2- La frecuencia de su voz.
3- Sus problemas con el calor corporal.
4- La visión refractada.

Podemos estimar la estatura de Scott al final de la película en 1,85 cm aproximadamente (Nótese que he tomado tres cifras significativas debido a mi gran capacidad de estimación de alturas para hombres menguantes). Teniendo en cuenta que al principio de la película medía 1,85m, es decir, 100 veces más, podemos aplicar la "ley de la escala" para deducir su masa en ese momento suponiéndole un peso inicial de 85+/-5kg:


Como vemos, su peso sería de menos de una décima de gramo. Para hacernos una idea, este sería 300 veces más pequeño que el de una pelota de tenis de mesa (ping pong de toda la vida de Dios), o sería aproximadamente igual que el azúcar contenido en una tortita de maíz Bicentury (Tentempié, sano, ligero y muy, muy rico según parece).
Con este peso, hasta la más mínima brisa debería llevárselo volando... Sin embargo, y a diferencia de lo que ocurría con Godzilla, su fuerza relativa habría aumentando de forma notable (cambiando esta con el cuadrado de la variación de la altura según se explicaba en la entrada anterior). De este modo, si suponemos que Scott podía soportar 3,0+/-0,5 veces su peso sin "romper" en el estado inicial, veremos que cuando se vuelve pequeñito el peso soportado máximo será:


Eso quiere decir que nuestro hombrecito ¡podría soportar unas 300 veces su peso!. Así pues, y a diferencia de lo que se ve en la película, podría elevar su cuerpo con la fuerza de sus brazos sin ningún esfuerzo, para, por ejemplo, trepar por la mesa hasta el magnífico trozo de bizcocho (Fijo que era Plumcake...).


Como se puede apreciar en el "documento gráfico" adjunto, la capacidad de levantar a 300 semejantes no parece digna de ser desestimada...

Se me está alargando la entrada, así que continuaré proximamente con los puntos que aún me quedan por tratar...

Prometo ir más al grano, aunque ya se sabe, el blog es mío, muajajaja...

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