lunes, 24 de noviembre de 2008

Cajón de sastre. (Desastre) (F.C.F.) [Nadando en una vacuola]

Bien, después de 7 entradas de rigurosísima fidelidad a la búsqueda de errores científicos en la ciencia ficción, pienso que me merezco una entrada de esas de mentirijilla. [Como los capítulos aniversario de los Simpson].

Creo que lo enfocaré de esta manera: digamos que por una vez, y sin que sirva de precedente, voy a ser yo el que haga ciencia-ficción, aunque creo que ese no es el nombre más apropiado para mis gilipolleces...

He de decir y digo:

1- Que tengo una teoría sobre el futuro del Increíble hombre menguante que pasaré a exponer a continuación.

2- ¡Que por fin me he decidido a mirar un libro de física en la ciencia ficción!. No está nada mal, después de 2 meses de clase. ["La física en la ciencia ficción", de Manuel Moreno Lupiáñez y Jordi José Pont]


[[INCISO: He de reconocer que antes de matricularme en la asignatura leí algunos capítulos de "La guerra de dos mundos: el cine de ciencia ficción contra las leyes de la física" de nuestro queridísimo [Nótese el peloteo] actual profesor Sergio Luis Palacios para comprobar lo interesante, o no, de la asignatura. También he de reconocer que no compré el libro para tal misión, si no que me pasé unas horitas en la biblioteca de Asturias.]]

3- Que estoy construyendo un cañón para sacar a la Tierra de su órbita y convertir Oviedo en un paraíso tropical:



4- Que la Tierra está llena de "valientes" dispuestos a morir en el intento de ser el primer hombre en pisar Marte.

Nada más por ahora.

Y ahora es cuando viene mi teoría sobre el futuro del Increíble hombre menguante.
Antes de nada debemos hacer una serie de suposiciones:

- Todas las partículas elementales constituyentes de nuestro hombrecillo disminuyen de tamaño con él. [Toma ya] (De este modo nos ahorramos problemas sobre pérdida de átomos). Así mismo, estas partículas van perdiendo masa proporcionalmente a la pérdida de volumen. (Esta masa se va transformando en energía calorífica que el hombrecillo va emitiendo en forma de gases calientes, por ejemplo).

- Su cuerpo guarda las proporciones conforme disminuye de tamaño pero a la vez no sufre problemas de visión por difracción, de temperatura corporal, de hipermusculación, es capaz de vivir sin respirar (para no tener que acabar respirando moléculas más grandes que él mismo), su inteligencia no se ve afectada por la disminución del tamaño de su cerebro, y, finalmente, es capaz de modificar su número de Reynolds para poder moverse con facilidad a través de fluidos como el agua.

[Como suposiciones no están mal...]

-Se me olvidaba, su ropa también disminuye al mismo tiempo que su cuerpo y sus átomos sufren el mismo efecto que los del I.h.m.

Vamos ahora a realizar un viaje hacia lo pequeño con nuestro chiquitín...
Habíamos dejado a nuestro hombrecillo pululando por una verde pradera mientras su tamaño disminuía sin prisa pero sin pausa.

1ª ETAPA: NADANDO EN UNA VACUOLA. (Orden de Magnitud = 10 -6 m).
Nos encontramos al I. hombre menguante dándose un placentero baño en una vacuola de una de las células de una de las briznas de hierba del campo mientras escucha música procedente del Aparato de Golgi [que, como todos sabemos, resulta ser un radiocasette para las células vegetales].


Repentinamente empieza a sentir algo. Una especie de golpecitos en el trasero le hacen un maravilloso hidromasaje. Pero ¿de qué se puede tratar?...

Esta misma pregunta se hizo Robert Brown en 1827, cuando, estudiando el movimiento del polen flotando en el agua, descubrió diminutas partículas que se movían erráticas y frenéticas dentro de las vacuolas de dichos granos de polen. Este extraño movimiento fue explicado con éxito en 1905 por el gran Albert Einstein en el primero de sus gloriosos artículos, llamado: Sobre el movimiento requerido por la teoría cinética molecular del calor de pequeñas partículas suspendidas en un líquido estacionario. La explicación de Einstein, basada en procedimientos de física estadística, supuso una prueba irrefutable de la existencia de los átomos. Años más tarde, este movimiento pasaría a denominarse movimiento browniano, en honor al botánico inglés que lo descubrió.

De este modo, y volviendo a nuestro pequeño hombre, las moléculas depositadas en el agua de la vacuola [sales, azúcares y proteínas en disolución], se agitarán de forma frenética golpeándolo de forma razonablemente notable. Si tenemos en cuenta que las moléculas tienen un tamaño del orden de los Angstrom (10-10m), nuestro hombrecillo sufriría un ligerísimo movimiento browniano, similar al que realizaríamos nosotros si nos disparasen con miles de pistolas de bolas en todas direcciones...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Entonces, teniendo en cuenta el movimiento browniano que experimentaría, vivir a esa escala sería todavía-más-imposible... (me estoy imaginando los constantes disparos de bolitas). Así que, los granos de polen los sienten pero no se pueden quejar! Pobrecillos..

Quieres decir que la escala a la que vivimos es la ideal. Sí, probablemente sea debido a nuestras construcciones, porque hemos ido fabricando un mundo a nuestra escala. Pobres seres micrométricos!