martes, 6 de enero de 2009

¿Invisible?. Bueno, a medias...(F.C.F.)

Jules Verne y H.G. Wells han sido (con el permiso de Mary Shelley y su Frankenstein) los dos padres de la ciencia ficción. (Al menos de la ciencia ficción moderna).

Sin embargo, sólo el primero de ellos parece haber pasado a la Historia como un visionario de la ciencia futura, una especie de adivino cuyos argumentos novelísticos han ido convirtiéndose en realidades (más o menos ajustadas a esos guiones en cada caso) de forma lenta pero incesante. [Y no sólo a nivel científico y tecnológico, sino que algunos le atribuyen predicciones sobre geografía, sociología, política, economía, ecología, etc. Por ejemplo, algunos ven un vaticinio del nazismo en su obra "Los 500 millones de la Begún".]

De este modo, hay quien otorga a Verne la predicción de los siguientes ingenios científicos y tecnológicos: "De la Tierra a la Luna": consecución de un viaje a la Luna, acierto en las medidas y peso de la nave (aunque no en el sistema de propulsión) así como en los lugares de lanzamiento, observación y caída de la misma a su regreso; "Ante la bandera": las armas de destrucción masiva; "Robur el conquistador": los helicópteros; "20.000 leguas de viaje submarino": las bombonas de oxígeno de los buzos, la propulsión eléctrica de submarinos [curiosamente, a diferencia de lo que se cree popularmente, el primer prototipo de submarino es anterior a esta obra]; "El castillo de los Cárpatos": la reproducción audiovisual; "La asombrosa aventura de la misión Barsac": el láser, la lluvia artificial, el control remoto, la tortura mediante descargas eléctricas; y en otras obras menos conocidas: el fax, el teléfono, la calculadora, los ordenadores, e incluso Internet...

El propio Verne hablando sobre sus novelas declaraba: "En mis novelas siempre he tratado de apoyar mis pretendidas invenciones sobre una base de hechos reales y utilizar, para su puesta en escena, métodos y materiales que no sobrepasen los límites del saber hacer y de los conocimientos técnicos contemporáneos."

Sin embargo, había algo que no toleraba, y era que se comparasen sus novelas con las de Wells: "Las creaciones del señor Wells, pertenecen a una edad y grado de conocimiento científico bastante lejano del presente, por no decir que completamente más allá de los límites de lo posible."

En efecto, hoy en día, gran parte de los ingenios incluidos por Verne en sus novelas han ido siendo desarrollados por la ciencia de manera más o menos divergente respecto a las conjeturas del escritor. Sin embargo, no ocurre lo mismo con Wells, cuyo nombre no ha pasado a la Historia por ser un visionario de la ciencia moderna, sino por su obra novelística. [Sí se le atribuyen unas pocas predicciones, sobre todo en el ámbito militar: aviones, tanques, misiles, bombas, etc.].

Tal vez, y sólo tal vez, lo que ocurre es que la ciencia todavía no ha llegado a los niveles necesarios para estudiar algunas de las propuestas fictíceas (en principio) del escritor inglés. Y con esto me refiero principalmente a dos cosas: la invisibilidad ("El hombre invisible"), y los viajes en el tiempo ("La máquina del tiempo"). [Que quede claro que en ningún caso pongo las de Wells al nivel de las descripciones minuciosas del francés]

Estos dos asuntos van a ser el objeto de estudio de dos de mis próximas entradas. Una de ellas, esta.

En muchas ocasiones se ha estudiado la dificultad de convertir a un ser humano en invisible. [Véase la entrada de Agosto de 2006 de la página web de la asignatura] obteniendo como resultado su práctica imposibilidad, al menos de forma literal. Puede verse fácilmente, además, como, en caso de que se pudiera lograr tal hazaña, los seres humanos invisibles estarían ciegos, ya que la luz no se proyectaría en sus retinas.

Por eso, voy a dedicar esta entrada a un sistema inventado en Japón, y cuyo fin es crear ropa "invisibilizante" [o invisibilizadora, no sé]. Se trata de una gabardina con la propiedad de que al mirarla, los objetos situados detrás de la persona con tal prenda, pueden verse a través de ella. De este modo se crea el efecto de invisibilidad.

Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, ni muchísimo menos. Explicaremos en qué se basa este ingenioso sistema, pero no sin antes contemplar una simpática demostración que nos traen unos japoneses muy simpáticos que no paran de bailar ante la cámara con sus gabardinas de invisibilidad:


Japoneses "invisibles".

No me dirán que no son tan tiernos como el peluche del anuncio de Mimosín.

Antes de contarles el funcionamiento de este ingenioso (pero desilusionante al fin) sistema, debemos estudiar una propiedad física bien conocida: la reflexión.

La reflexión es el cambio de dirección de un rayo (u onda) producido en la superficie de separación de dos medios, de tal forma que es devuelto al medio inicial, es decir, no penetra en el segundo medio.
Existen tres tipos fundamentales de reflexión, la "especular", producida en aquellos materiales en que se cumple la Ley de la reflexión [Que establece que el ángulo de incidencia es igual al de reflexión medidos desde la normal a la superficie, uno a un lado, y el otro al opuesto],; la "difusa", aquella que se produce en superficies irregulares que reflejan rayos en todas direcciones, no cumpliéndose dicha Ley; y finalmente, la "retrorreflexión", que será la que nos ocupe.

Como se puede ver en el dibujo, la retrorreflexión consiste en que los rayos reflejados vuelven por el mismo camino que los incidentes, sin importar el ángulo de incidencia. Hoy en día, existen muchas aplicaciones para materiales con esta propiedad, como los reflectores de las bicicletas, las señales de tráfico, las pantallas de cine, y la que nos concierne: ¡gabardinas de invisibilidad!.

Resulta evidente que las gabardinas retrorreflectantes no vuelven a nadie invisible, sino que por el contrario son totalmente opacas, y tan visibles o más que cualesquiera otras. Por ello, necesitaremos algunos artilugios más para crear la ilusión de invisibilidad. [Empieza la desilusión].

Una cámara de vídeo situada detrás del sujeto con la gabardina, filmará los objetos situados detrás de él, pasando dichas imágenes al ordenador, que corregirá la perspectiva en la medida de lo posible.

Estas imágenes serán dirigidas a un proyector situado justo delante del observador. Este aparato proyectará las imágenes sobre la gabardina retrorreflectante, que las devolverá creando el efecto de que no hay nada interponiéndose entre el que mira, y los objetos tras el sujeto con gabardina.

Como es natural, este sistema tiene bastante problemas, siendo, para mi gusto, el del proyector el más importante de ellos.

Supongamos que se quisiera utilizar esta tecnología con fines militares y que se consiguiesen integrar la cámara y el ordenador dentro de la gabardina. Se necesitaría que el enemigo caminase con el proyector apuntando hacia el sujeto de la gabardina para que no pudiese verlo.

Algo un tanto ridículo, ¿no creen?.

[Si no he escrito "gabardina" 50 veces, no lo he escrito ninguna]

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Qué timo!, esto ya lo había visto yo hace años, aunque intenté explicarlo de una forma más infantil que, ahora, no viene al caso. Pensé que nos hablarías de las hazañas de los americanos con los metamteriales. Leí hace tiempo que crearon un nuevo tipo de metamaterial tridimensional, de tamaño namométrico. Se ve que ni absorbe, ni refleja luz, los haces que llegan lo rodean. Esto sí parece magia.